
Nínfulas cubiertas de sangre, trazos acuosos, explosiones de colores, configuraciones antropomórficas y personajes salidos de un tenebroso cuento de hadas son los habitantes del mundo de Alejandra Alarcón, artista boliviana, en donde lo único constante es el cambio.
El trabajo de Alejandra se desarrolla principalmente en los húmedos y orgánicos terrenos del agua y la acuarela, mismo medio que le permite crear piezas cambiantes que transmutan al momento de comenzar su existencia en donde cada pincelada representa un cambio.
Para la artista la identidad y el genero fungen como piezas fundamentales en su obra pues, es a través del dibujo que, además de crear mundos fantásticos, es posible cuestionar constantemente los roles y arquetipos de género impuestos por la sociedad contemporánea.



La identidad femenina a la que Alarcón alude en su obra pretende combatir los estereotipos que se le impusieron al nacer, determinados por la construcción social del género a partir de sus características biológicas, fluir no sólo a través del papel y destruir la visión binaria: masculino- femenino.
Es a través de una nueva iconografía que la artista reescribe y re imagina los cuentos de hadas, aquellos que inciden en el psique desde una temprana edad implantando ideas arcaicas y moralistas de los roles de género ideales para un mundo regido por la heteronorma. Caperucita Roja, Alicia, Cenicieta y Rapunzel son algunas de las historias que forman parte de esta re escritura visual conjugadas en un nuevo universo deleuziano en donde los límites entre lo salvaje- domesticado, masculino- femenino se hacen difusos afirmando que la existencia misma representa un devenir fluido y cambiante.


La acuarela es sin duda el medio que no únicamente ilustra las ideas de la artista si no que interviene activamente en la obra, generando discursos propios, que al igual que la artista buscan fluir y descubrir un mar de significados a través de su existencia.




Texto por Pamela Sustaita